jueves, 23 de diciembre de 2010
Feliz Año para todos!!!
sábado, 20 de noviembre de 2010
lunes, 13 de septiembre de 2010
Un Cuadrado muy Redondo
Un cuadrado muy redondoDe Héctor López Girand |
Soñando que, entre los mundos diferentes, el límite es la línea que une, no la que enfrenta. Soñando, esa danza eternamente soñada; Dulcemente bailando: El débil con el fuerte, El corazón con la razón, El sur con el norte “... La familia redonda y la familia cuadrada se rechazan, se discriminan, y hasta se declaran la guerra sólo por ser diferentes. Pero sus hijos intentarán construir puentes entre los mundos enfrentados... Ficha técnico artística Autoría: Héctor López Girando Manipuladores: Gabi Carli |
lunes, 30 de agosto de 2010
Taller de Cocina de Agosto!!!
- 3 huevos
- 1/2 cucharadita de sal
- 2 cucharadas de manteca
- 1/2L de leche
Para el relleno ;
- Fruta , manzana, sanana, pera, etc, (frescas o en almíbar).Frutos secos: almendras fileteadas y doradas y nueces, y pasa de uva. Se rellenan los panqueques con la fruta en forma de bolsitas y se atan con cascaritas de naranja previamente cocidas en almíbar, se pude añadir un poco de chocolate derretido...
miércoles, 14 de julio de 2010
"Nosotros Somos El Circo"
domingo, 27 de junio de 2010
Paulo Freire y La Educación Popular
1. Es necesario desarrollar una pedagogía de la pregunta. Siempre estamos escuchando una pedagogía de la respuesta. Los profesores contestan a preguntas que los alumnos no han hecho.
2. Una visión de la alfabetización que va más allá del ba, be, bi, bo, bu. Porque implica una comprensión crítica de la realidad social, política y económica en la que está el alfabetizado.
3. Enseñar exige respeto a los saberes de los educandos.
4. Enseñar exige la corporización de las palabras por el ejemplo.
5. Enseñar exige respeto a la autonomía del ser del educando.
6. Enseñar exige seguridad, capacidad profesional y generosidad.
7. Enseñar exige saber escuchar.
8. Nadie es, si se prohíbe que otros sean.
9. La Pedagogía del oprimido, deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación.
10. No hay palabra verdadera que no sea unión inquebrantable entre acción y reflexión.
11. Decir la palabra verdadera es transformar al mundo.
12. Decir que los hombres son personas y como personas son libres y no hacer nada para lograr concretamente que esta afirmación sea objetiva, es una farsa.
13. El hombre es hombre, y el mundo es mundo. En la medida en que ambos se encuentran en una relación permanente, el hombre transformando al mundo sufre los efectos de su propia transformación.
14. El estudio no se mide por el número de páginas leídas en una noche, ni por la cantidad de libros leídos en un semestre. Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas.
15. Solo educadores autoritarios niegan la solidaridad entre el acto de educar y el acto de ser educados por los educandos.
16. Todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo. Por eso, aprendemos siempre.
17. La cultura no es atributo exclusivo de la burguesía. Los llamados “ignorantes” son hombres y mujeres cultos a los que se les ha negado el derecho de expresarse y por ello son sometidos a vivir en una “cultura del silencio”.
18. Alfabetizarse no es aprender a repetir palabras, sino a decir su palabra.
19. Defendemos el proceso revolucionario como una acción cultural dialogada conjuntamente con el acceso al poder en el esfuerzo serio y profundo de concientización
20. La ciencia y la tecnología, en la sociedad revolucionaria, deben estar al servicio de la liberación permanente de la HUMANIZACION del hombre.
No siempre es fácil sepultar a nuestros muertos… la presencia de la ausencia nos va volviendo más capaces … Nadie que sufra una pérdida sustancial continúa siendo el mismo de antes. La reivindicación es una exigencia de la vida.
lunes, 7 de junio de 2010
La Familia Delasoga
Había una vez una familia muy unida. Estaba compuesta por el papá, la mamá y sus dos hijos: Marta y Pedro. Pero más que una familia unida era una familia atada, porque su mamá un día tomó una larga y flexible soga y los ató a todos. No fue fácil acomodar tantos metros de soga... pero se fueron acostumbrando. La mamá pensaba que esta era una manera ideal para controlar lo que todos hacían y que no les pasara nada. Y así, todos atados unos a otros con una soga espléndida y muy flexible podían hacer de todo. Bueno... casi todo.
El papá, todas las mañanas iba a su trabajo, pero claro, su oficina quedaba cerquita y los chicos iban a la escuela que quedaba justito a la vuelta de la casa. La mamá se quedaba tranquila, sabiendo que no había nada que pudiera sucederles. Se las arreglaban bastante bien... Mejor dicho, se iban acostumbrando, porque había cosas que no podían hacer. Por ejemplo, cuando los chicos salían a dar una vuelta a la manzana con los patines, Pedro no podía ir y miraba triste desde su casa.
Y claro... Marta, tampoco llegaba al gimnasio con su soga ni a los cumpleaños de sus amigas... Mucho menos a las caminatas que hacían las chicas por el parque. Eso sí... a la mamá también le daba un poco de pena no poder ir a pasear con sus amigas y conocer otros lugares. Pero no se cansaba de repetir: "Con esta soga sí que estoy segura que nada podrá pasarles". Y ni hablar del papá: a él le hubiera gustado ir a la cancha a gritar el gol de su equipo favorito. Pero, lógico... la soga no daba para tanto... Pasaron años comprando rollos y rollos de soga. La mamá cuidaba todos los detalles. No les sucedió nada de verdad... ni bueno ni malo... Allí estaban con sus sogas limpitas y sin hilachar.
Una tarde, mientras la mamá cosía, miraba las soguitas enruladas en el piso y descubrió que les tenía rabia. Entonces, por arte de magia, vio salir una brillante tijera de su costurero. La miró fijo y le dijo: "Si quieren crecer y ser libres e independientes, corten sus sogas. Verán lo lindo que es alcanzar las cosas en la vida por uno mismo; aunque se equivoquen y vuelvan a comenzar: Poder salir con la alegría de querer volver; poder hacer cosas, sabiendo que los van a alentar si no están del todo bien. Ver cosas nuevas y entender que siempre hay algo más por aprender." Cuando la tijera calló, por fin sucedió lo que tenía que suceder. La mamá tomó una por una las sogas y las cortó. Al caer las mismas al piso, todos salieron corriendo a hacer lo que más les gustaba. Ese día, los cuatro Delasoga pasaron cuatro tardes distintas. Al volver a casa se abrazaron fuerte y se contaron muchas cosas.
De la soga no hablaron más.
¿Para qué iba a hablar de sogas una familia tan unida?
Graciela Montes del libro "Pajaritos en bandada"
Editorial Colihue