lunes, 7 de junio de 2010

La Familia Delasoga



Había una vez una familia muy unida. Estaba compuesta por el papá, la mamá y sus dos hijos: Marta y Pedro. Pero más que una familia unida era una familia atada, porque su mamá un día tomó una larga y flexible soga y los ató a todos. No fue fácil acomodar tantos metros de soga... pero se fueron acostumbrando. La mamá pensaba que esta era una manera ideal para controlar lo que todos hacían y que no les pasara nada. Y así, todos atados unos a otros con una soga espléndida y muy flexible podían hacer de todo. Bueno... casi todo.

El papá, todas las mañanas iba a su trabajo, pero claro, su oficina quedaba cerquita y los chicos iban a la escuela que quedaba justito a la vuelta de la casa. La mamá se quedaba tranquila, sabiendo que no había nada que pudiera sucederles. Se las arreglaban bastante bien... Mejor dicho, se iban acostumbrando, porque había cosas que no podían hacer. Por ejemplo, cuando los chicos salían a dar una vuelta a la manzana con los patines, Pedro no podía ir y miraba triste desde su casa.

Y claro... Marta, tampoco llegaba al gimnasio con su soga ni a los cumpleaños de sus amigas... Mucho menos a las caminatas que hacían las chicas por el parque. Eso sí... a la mamá también le daba un poco de pena no poder ir a pasear con sus amigas y conocer otros lugares. Pero no se cansaba de repetir: "Con esta soga sí que estoy segura que nada podrá pasarles". Y ni hablar del papá: a él le hubiera gustado ir a la cancha a gritar el gol de su equipo favorito. Pero, lógico... la soga no daba para tanto... Pasaron años comprando rollos y rollos de soga. La mamá cuidaba todos los detalles. No les sucedió nada de verdad... ni bueno ni malo... Allí estaban con sus sogas limpitas y sin hilachar.

Una tarde, mientras la mamá cosía, miraba las soguitas enruladas en el piso y descubrió que les tenía rabia. Entonces, por arte de magia, vio salir una brillante tijera de su costurero. La miró fijo y le dijo: "Si quieren crecer y ser libres e independientes, corten sus sogas. Verán lo lindo que es alcanzar las cosas en la vida por uno mismo; aunque se equivoquen y vuelvan a comenzar: Poder salir con la alegría de querer volver; poder hacer cosas, sabiendo que los van a alentar si no están del todo bien. Ver cosas nuevas y entender que siempre hay algo más por aprender." Cuando la tijera calló, por fin sucedió lo que tenía que suceder. La mamá tomó una por una las sogas y las cortó. Al caer las mismas al piso, todos salieron corriendo a hacer lo que más les gustaba. Ese día, los cuatro Delasoga pasaron cuatro tardes distintas. Al volver a casa se abrazaron fuerte y se contaron muchas cosas.

De la soga no hablaron más.

¿Para qué iba a hablar de sogas una familia tan unida?

Graciela Montes del libro "Pajaritos en bandada"

Editorial Colihue

1 comentario:

  1. Gracias Antisopas por hacer de la vida de nuestros chicos algo tan mágico!gracias por todo,gracias por querer lo que hacen!

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